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El cepo

Hace unos meses dimos la noticia de una podenquita que pudimos rescatar de un cepo del que estaba atrapada. A continuación contamos el relato de la vida de Cala, gracias a la colaboración de sus adoptantes franceses.

E L C E P O

Me llamo Cala y nací en el Sur de España, entre las provincias de Málaga y Jaén. De muy pequeña me separaron de mi madre para ser vendida a un galguero que buscaba una perra para renovar su “ganado” de podencos. Tenía unos buenos machos, pero sin hembras habría perdido su honor en pocos meses y tenía reemplazar los que no correspondían a sus “necesidades”. El galgo debe correr rápido para atrapar el conejo sin desviarse de su trayectoria (en el canódromo), en las carreras organizadas clandestinamente (utilizadas para las carreras o la caza). El podenco debe correr en terrenos difíciles sin desviar la trayectoria del conejo (utilizados para la caza únicamente).


Yo debía hacer hermosos y buenos podencos para satisfacer al galguero. Estaba atada a una cadena todo el día y desde mi primer celo me entregaron a los machos. He tenido muchas camadas de 6, 8 e incluso 10 cachorros, 2 veces al año, cosa que me ha agotado. De vez en cuando tenía derecho a un poco de pan y a un recipiente con agua de la lluvia (a menudo podrida), pero no era suficiente para llevar a buen término un embarazo y los cachorros estaban muy débiles.

Para recuperar las fuerzas, mi galguero me llevaba con los machos a la caza; era divertido, corría por todas partes, y reencontraba los placeres de mi juventud corriendo en grupo por el monte. Podíamos comer mucha hierba y llenar el estómago. Pero no quería estar encadenada nunca más.

Después de un buen paseo, rechacé que el galguero me cogiera para atarme de nuevo. Así que decidí quedarme alrededor de la casa y robaba mi comida, ya que él no quería darme nada para comer. En cuanto me veía trataba de apresarme de nuevo. Pero era mi casa y mis hijos e hijas estaban todavía allí, al menos los que aún no habían sido vendidos. El galguero intentaba cogerme con comida, y casi consigue engañarme, pero no me fiaba de sus intenciones, era malo y me había tratado muy mal, no me quería nada en absoluto.

Si me hubiera cogido, ¿qué hubiera hecho conmigo? Hubiera tenido los días contados, era mejor quedarme libre, tenía hambre, pero podía sentirme en libertad.

En cuanto el grupo salía yo me unía a ellos para dar un gran paseo y, cada vez que volvíamos, el galguero intentaba capturarme, pero no le daba resultado. Pero un día, quedé atrapada en un cepo, un gran cepo para zorros en el cual metí la pata.

Grité de dolor y el galguero vino. Intentó liberarme la pata con una tijeras de podar. ¡¡Una verdadera carnicería! Debió cortarme los nervios, pero al no conseguir liberarme y ver el mal estado de mi pata decidió, el muy miserable, dejarmeó allí tirada.

El sol había salido varios días y yo seguía allí, el mínimo movimiento era una tortura, no sentía ya ni el dolor. No tenía ni fuerzas para gemir y estaba febril. Gracias que en esos momentos tenía la compañia de varios perros, también abandonados como yo que, hasta mi rescate, estuvieron acompañandome en todo momento, rezando por mí y tratando de animarme, siempre con el temor a que me fuera al otro mundo, quizás porque comprendían perfectamente el dolor que la soledad provoca en el corazón.

A partir de ahí, en mi mente todo está un poco borroso, así que dejo que una voluntaria, Mercedes, os cuente la historia de mí rescate.

Cala apareció un día cuando un vecino del refugio donde soy voluntaria, vino y nos dijo que había encontrado una perra pequeña con su pata atrapada en un cepo de grandes dimensiones. Fuimos para allá sin saber si podríamos sacarla de allí. La perra sufría mucho y era posible que debido al dolor intentara mordernos. Cuando nos vió aparecer estaba asustada, pero no tenía fuerzas para levantarse y arrastrar el cepo. Al final, Cala se dejó quitar el cruel cepo y en ese momento es cuando trató de huir, hizo el amago de saltar a un pequeño muro que tenía enfrente, pero no tenía fuerzas y se dejó ayudar. La llevamos corriendo al veterinario más cercano para darle las primeras curas. Luego la llevamos a una clínica más grande y con más medios que estaba a 30 Km. Sólo teníamos una idea en mente: hacer todo para salvarla. Así que colocamos a la perra en un coche e inmediatamente nos desplazamos hacia la otra clínica. Un veterinario la miró y le quitó todas las garrapatas y todo lo que ella tenía por el cuerpo. La amputación era inevitable y como los análisis de sangre salieron bien, se la pudo operar rápidamente.

Cala se portó muy bien a pesar del dolor y de la fiebre. No dijo nada.

El veterinario comentó que probablemente ella había pasado 4 o 5 días atrapada en ese cepo.

El veterinario dijo que hacia falta amputarme la pata. ¿Qué significa eso de amputar? ¡¡No quiero que me hagan daño, tan sólo quiero vivir y que me dejen vivir!!

Al día siguiente, me desperté y.... ¡¡¡¡OH, DIOS MIO!!!! ¡¡¡¡¡ MI PATA !!!!!

No tenía tanto dolor pero mi pata estaba cortada. No iba a llorar, no era culpa suya. Era necesario, la infección me hacía sufrir.

A partir de ahora tendría que aprender a caminar, correr, saltar, sentarme, ráscarme, saltar,

¡¡¡¡¡¡¡ A VIVIR CON 3 PATAS !!!!!!!!!

Me quedé algunos días en la clínica bajo observación. La gran pregunta era: ¿La amputación había detenido la septicemia? Estaba tomando medicamentos bajo control veterinario.

Para evitar la infección después de la operación, no fui al refugio, me llevaron a casa de una señora, una de las voluntarias de la zona. Pasaron 2 semanas en las cuales mejoró mi salud y el veterinario confirmó que la infección había remitido y que la herida cicatrizaba muy bien.

Después estuve una semana en una casa de acogida en Madrid para evitar los lugares donde pudiera coger infecciones, antes de que me llevaran hacia la frontera.

Y Cristina ayudó para que pudiera irme a Francia, me decían al oído que una familia francesa me estaba esperando y que estaría muy bien.

Un viaje largo en un coche muy cómodo. Llovió todo el trayecto y había otros perros conmigo. Me lo pasé bien, a pesar del estrés inicial.

En la frontera, me presentaron a una mujer y a unos niños. Ella me llevó a su coche. Sentía el olor de otro perro, pero no estaba allí. Ella me ató dentro del coche. ¿Por qué? ¿A dónde me llevaba? ¡¡Yo no había hecho nada!! Intenté salir pero no podía. Los niños estaban contentos, me acariciaban y yo, al final, dejé caer mi cabeza encima de la rodilla de uno de ellos. Me hicieron una foto, no era una estrella. Simplemente era una perra que había sufrido y que soñaba con el paraíso.

Un trocito más en coche. Ladré durante el viaje y eso me tranquilizaba. Estaba con unos humanos que no conocía de nada. Después me quedé dormida mientras los niños decían mi nombre: «Cala», y me acariciaban.

Llegamos a una casa y me quedé en el coche. Entonces salió un gran podenco con un bozal. ¿Por qué? Él no se movía. Ella viene a buscarme y vamos hacia el podenco. El podenco me ve y se me echa encima. Tengo miedo. Ella le grita: ¡¡No, Rocky! ¡¡No la toques!! ¡¡Es tu nueva compañera!!

Él me toca con el morro y ella lo coge por el collar. Tengo miedo. Ella le habla de manera dulce y le acaricia. Él no deja de mirarme. Siento su mirada en mi pata. Me ha visto caer cuando me ha tocado y me mira mientras ando con mis 3 patas. Él no se mueve y me sigue mirando. Ella le sigue hablando dulcemente y le acaricia y le besa.

Después ella se gira hacia mi y me acaricia también y me dice palabras bonitas y....OH! yo también recibo un beso. Gracias.

Nos vamos hacia el jardín. Rocky nos sigue sin decir nada Yo sigo atada y él anda de manera triste.

Damos unas cuantas vueltas al jardín los tres mientras ella nos acaricia y nos da besos.

Rocky sigue con el bozal durante una hora para estar seguros que no pueda hacerme daño para defenderse.

Y cuando ella le quita el bozal, él frota el morro contra su pantalón y viene hacia mí y continúa mirándome

Y nos vamos a dar una vuelta. 10 minutos es suficiente y tengo que irme parando para descansar. Uno de los niños me lleva con la correa. Le quiero mucho. Es muy amable conmigo y me acaricia a menudo.Se llama Erwan. Se ocupa mucho de mí y quiere ser mi dueño... Así que tendrá que demostrar que es capaz de asumir las responsabilidades de su edad.

No se trata de decir que queremos un perro, si no que hay que saber ocuparse de él también.

Cuando regresamos, exploro el jardín yo sola y no quiero entrar en la casa. A ella le cuesta hacerme entrar. Después comprendí que podía entrar y salir, pero me resultaba difícil salir o entrar si Rocky no está a mi lado.

Después de unas 2 horas de mi llegada, bien nos merecemos un buen descanso.

Así que lo haremos en el cesto!!!

De todos modos el otro cesto está en un sitio que no me gusta. No quiero estar allí si Rocky no está a mi lado, así que dormiré en el suelo.

Cala prefiere dormir en el suelo al lado de Rocky antes que dentro de su cesto, así que la solución: poner los dos cestos juntos y así contentos los dos.

Esto es amor! !!!!

Y además hay una pequeña gatita y un gato que no tienen ni un año y nos hemos hecho los 4 muy amigos.

El gato Garfiled viene a menudo a dormir conmigo. Suerte que los cestos son grandes!

Para comer, para no tener problemas con mi pata, mi plato está un poco elevada encima de un taburete, así como mejor. Pero tengo que tener a alguien al lado ya que si me voy Rocky va corriendo a comerse lo mio.

Me he adaptado y instalado muy bien con esta familia de acogida que al final se ha convertido en MI FAMILIA ADOPTIVA.

Hago largas siestas en las cuales sueño que estoy persiguiendo a un conejo y que corro y corro más que ningún otro perro y mis patas se levantan del suelo, voy tan rápida que estoy agotada. Después de este esfuerzo ronco tan fuerte que les provoca la risa a los niños.


Ya no tengo miedo, como las comidas que MI familia me da e incluso orejas de cerdo que al principio no quería ni probar porqué tenía miedo.

Manifiesto mi presencia en el jardín y llamo a Rocky para que él ladre conmigo y los dos corremos por el jardín y ladramos a todo el que pasa, como locos.

Ya aguanto una hora de paseo. Me canso pero mi pata esta bien musculada ahora. Ya no me caigo cuando intento rascame. He aprendido a vivir con mis tres patas y me he adaptado muy bien a mi nueva condición física. Incluso a veces parece que tenga 4, 5 o incluso 6 patas cuando es necesario correr detrás de los gatos en el jardín para jugar. A veces derrapo y todo cuando me pongo a correr como una loca con Rocky, pero nunca me caigo.


¡Ahora sí soy feliz, más de lo que he sido nunca! Tengo una familia que me quiere y yo a ellos.

Doy las gracias:


A los voluntarios y voluntarias españoles.

A los voluntarios y voluntarias de la asociación «EUROPE DES LEVRIERS.

A mi familia adoptiva.

A vosotros todos, MIS SALVADORES, sin los cuáles estaría muerta.

Fdo. CALA

3 comentarios:

Odín dijo...

Estas dos historias me han hecho llorar ...
estoy feliz por el final feliz q encontraron estos dos hermosos perritos

Unknown dijo...

Esa historia es muy triste pero ala bes nos enseña que hay personas buenas

Juan dijo...

3stan muy lindas pero hacen llorar mucho 😢💔